1.2. Tal revelación debe esperarse
En la naturaleza, tenemos una revelación de Dios que puede
ser comprendida por la razón. Pero cuando el hombre está cegado por el pecado y
su alma se halla agobiada, tanto la naturaleza como la razón son importantes
para proporcionar luz y alivio. Oigamos a hombres que hicieron culto de la
razón. Dijo Kant, uno de los más egregios pensadores de todos los tiempos:
“Haces bien en fundamentar tu paz y piedad en los evangelios, pues sólo en lo
evangelios se halla la fuente de verdades espirituales, después que la razón ha
llegado al límite de su investigación en vano”. Otro filósofo capacitado,
Hegel, no quiso otro libro en su lecho de muerte que la Biblia. Dijo que si
pudiera prolongar la vida, se dedicaría al estudio de ese libro, pues en él
había hallado lo que la razón no podía descubrir.
Si creemos que hay un Dios bueno, es razonable esperar que
se revelará personalmente a sus criaturas. El reverendo David S. Clarke dijo lo
siguiente:
No podemos imaginarnos que un padre se oculte para siempre
de su hijo, que nunca se comunique con él. Tampoco podemos imaginar que un Dios
bueno se oculte de las criaturas creadas a su imagen la revelación de su ser y
de su voluntad. Dios ha hecho al hombre capaz y deseoso de conocer la realidad
de las cosas. ¿Y acaso ocultará una revelación capaz de satisfacer ese deseo?
Según la antiquísima mitología egipcia, la legendaria esfinge Tebana proponía
enigmas a los que pasaban y los mataba si no lo descubrían. Sin duda alguna un
Dios amoroso y sabio no dejará que el hombre perezca por falta de
conocimientos, desconcertado ante el enigma del universo.
Por su parte el doctor
Hodges afirma:
La inteligencia de
Dios despierta en nosotros la esperanza de que él ha adaptado los medios al fin
y que coronará la naturaleza religiosa con una religión sobrenatural. La
benevolencia de Dios despierta la esperanza en nosotros de que sacará a sus
criaturas de su doloroso azoramiento y conjurará el peligro que las acecha. La
justicia de Dios despierta en nosotros la esperanza de que hablará a la
conciencia con tono claro y de autoridad.
1.3. Tal revelación sería expresada en forma
escrita
Es razonable pensar que Dios expresara en un libro u mensaje
al hombre.
El doctor Keyser dice lo siguiente:
Los libros constituyen el mejor método de conservar la
verdad íntegra, y transmitirla de generación en generación. Ni la memoria ni la
tradición son dignas de confianza. Por lo tanto, Dios procedió con la mayor
sabiduría y también en forma normal al proporcionar al hombre la revelación
divina en forma de un libro. De ninguna otra manera hasta donde nos es posible
ver, podría él haber impartido a la humanidad un nivel infalible que hubiera
estado disponible para toda la humanidad y que continuaría intacto a través de
las edades, y del cual el hombre podía obtener el mismo nivel o patrón de fe y
conducta.
Es razonable esperar así mismo que Dios inspiraría a sus
siervos para registrar las verdades que no podrían haber sido descubiertas por
la razón del hombre. Y finalmente, es razonable creer que Dios ha preservado en
forma providencial los manuscritos de las Sagradas Escrituras y ha inspirado a
la iglesia para incluir en el canon sólo
aquellos libros que tuvieron su origen en la inspiración divina.
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